Dando vueltas

Como no ya había pasado por decimaoctava vez por las mismas calles, pero no había muchas mas cosas que hacer en una ciudad que ya se sabia perfectamente. Sin remedio había acabado acercándose a las ruinas. No era el sitio más seguro del mundo, pero porlomenos era un cambio ya que no solía pasar por allí. Se sentó en lo que antaño seria la columna de algún edificio y se quedó observándolo todo en silencio, sin prestar mucha atención a las cosas que lo rodeaban, daba demasiada pena pensar en eso. Aunque tanto silencio empezaba a inquietarle.

Había conseguido salir al exterior, hacía mucho que no salía aunque el calor era abrasador. Iba con una camiseta de tirantas blanca con el dibujo de una zanahoria, pantalones cortos color caqui y deportivas. Empezó a correr en dirección a las ruinas llevando también su mochilita para comer por allí hasta que se dio cuenta de que había alguien allí. Se quedó parado en medio de todo, facilmente distingible. Si fuese un psicópata le hubiese matado enseguida.

Un par de pies correteando rompieron el silencio y le sacaron de sus pensamientos. Miró hacia la fuente del ruido y vio a un niño, ahí quieto parecía un blanco perfecto en medio de todas la ruinas.
Levantó el brazo e hizo un gesto para que se acercara, estaría mas seguro si lo “escondía” un poco, no quería ver como algo se lo zampaba por no estar resguardado.

Parpadeó con atención mientras miraba preocupado al hombre que le llamaba a su lado. Se acercó correteando y se puso bajo las ruinas, ahí hacía menos calor. Sonrió al chico que le había llamado.

-¡Hola! ¿A tí también te gustan estas ruinas?-preguntó graciosamente mientras movía los brazos de delante a atrás con inocencia.

Encogió los hombros mostrando su indiferencia hacia las ruinas. Se quedó mirando al chico fijamente, no podía ser, era exactamente igual, solo que mas joven, ¿era el? ¿Era su antiguo amo?
Se levantó de golpe para vez mejor al pequeño, ahora parecía algo intimidante pero necesitaba despejar las dudas.

- ¿Cómo te llamas niño?

Dio un paso atrás cuando le vio acercarse, su cara era un poema. Era mucho más alto que él y su seriedad le ponía un poco nervioso.
-¡S-S-Soy Yuma!-temblaba de arriba a abajo- ¡Aviso que mi sabor es muy malo y asqueroso! ¿Eh? ¡Además tengo familia que me quiere, pero que no pagarían un rescate por mí! Le aconsejo que no ganará nada matandome, comiendome o secuestrandome.

Lo dijo todo tan rápido que se atragantó y empezó a toser.

No era él, aunque se parecía tanto.
Hizo oídos sordos a todas las palabras que empezó a soltar, no rea su intención hacerle daño ¿Lo parecía? Bueno... su cara no era la mas simpática del mundo, pero no le gustaba mucho dar esa impresión.
Se agachó poniéndose a la altura de Yuma, puso la mano sobre su espalda y le dio golpecitos para que dejara de toser.

- ¿Mejor?

Aun seguía algo incómodo por haberse atragantado, pero dejó de toser. Bajó la mochila y sacó su botella de agua para poder aclararse la garganta.
Miró de reojo al otro algo intimidado, parecía buena persona y tampoco podía fiarse de las primeras apariencias.

-Bueno pues...¿C-Cómo te llamas?-tartamudeó algo tímido.

Se mantuvo agachado a su lado, observando cada uno de sus movimientos, hasta en eso eran parecidos.

- Straz- Lo dijo secamente como si fuera algo completamente irrelevante y sin importancia – Esto es peligroso.

No podía evitar querer proteger al niño a toda costa, era su viva imagen. Le entraron remordimientos derepente, estaba tratando a Yuma como una persona que no era. Se levantó y volvió a sentarse en la columna mirando la cúpula sin verla.

Se quedó mirando a Straz.

-¿Qué significa Straz? ¿De dónde viene?-preguntó con curiosidad ignorando el "esto es peligroso" le daba curiosidad aquel hombre que era tan serio, formal y tan ajeno a sentimientos.

Se puso a su lado y se agachó abrazandose a sus rodillas mientras lo miraba fijamente.

Siguió mirando al infinito y abrió la boca para contestar sin muchas ganas la verdad, no estaba demasiado acostumbrado a entablar una conversación..

- Fuego.- Un nombre que no le pegaba mucho la verdad, al fuego se parecía bien poco.- No se de donde viene

Dirigió la mirada al niño que ahora estaba a su lado. ¿En que parte se perdía? ¿No había oído? Lo volvió a repetir resaltando cada palabra para que se le quedara grabada y señaló a la cúpula.

Parpadeó mirando a la cúpula.
-Pues a mí me gusta tu nombre, es bonito -sonrió de oreja a oreja.

Se puso de pie y se alejó un poco de él. No parecía querer a nadie cerca. Se llevó un dedo a los labios mientras se alejaba y empezó a correr en hacia otro lugar.

Una sonrisa cruzó un instante por su cara al oír el elogio hacia su nombre, el niño era simpático no podía negarlo.
Sin saber muy bien porque ahora estaba de pie andando tras Yuma, al cual no era muy difícil seguirle el paso si tenia esas piernas, pero si continuaba corriendo fijo que se tropezaba con algo. Lo alcanzó y se puso a caminar a su lado.

Se dio la vuelta y vio a Straz siguiendole con su cara seria. Se le puso la piel de gallina, pero intentó controlarse.
-Euh...¿qué pasa?-se quedó parado mirándole.

Se paró al mismo tiempo que Yuma y se encogió de hombros, solo estaba siguiéndole, como si fuera... su amo.

-Nada, solo te sigo

Se cruzó de brazos y espero a que el chico reanudara la caminata para ir a donde quiera que fuera.

Se quedó mirándole extrañado.
-Eeehm....¿no tienes que ir a casa?-preguntó algo preocupado por su repentina reacción- ¿Por qué me sigues?

Era muy raro ese hombre, demasiado, le intrigaba mucho su modo de actuar. Se le hacía ligeramente familiar...

- No tengo casa.- Bueno... a veces se pasaba por la casa de su antiguo amo, pero esta ya había sido ocupara por una nueva familia y arriesgarse a entrar era arriesgarse a que descubrieran su origen y tener un dueño que no fuera de su agrado.- Te estoy escoltando.

Eso sonaba convincente ¿no? Aunque claro, en cuanto cruzaran el lugar peligroso le volvería a preguntar porque le estaba siguiendo y tendría que contárselo.

Le resultó extraño.

-¿Cómo que no tienes casa? ¿Dónde duermes? ¿Dónde comes?-era muy sospechoso- ¡Dímelo! ¿Qué quieres de mí?

Le daba un poco de miedo, el que le siguiese sin ninguna explicación no le resultaba viable.

Resopló no había más remedio que contárselo, además parecía estar metiéndole miedo al pequeño y eso no era lo que quería.

- Soy un Cyborg.

Esperaba que esas tres palabras aclararan las dudas de Yuma, ya que no había mucho que explicar, solo que ahora le haría caso en todo, porque lo había convertido sin darse cuenta en su nuevo dueño. Esperaba no tener que hablar mucho más, no tenia muchas ganas.

Se quedó un poco rayado, sin saber que decir y con la boca abierta. Era sinceridad por todos los poros de su piel.
-Euh...euh...¿y que pasa con eso?-No había pillado nada, era un Cyborg, vale...¿Y qué?

Volvió a resoplar, tenia que tener mucha paciencia con ese niño. Vale mejor decirlo rápido sin entrar mucho en detalles.

-Ahora eres mi dueño.- Inclino la cabeza a modo de saludo.- Haré todo lo que me digas por el simple hecho de que seas tu quien lo haga.

Mala idea, no tenia que haber hablado con el chico ahora estaba atado a él, claro que si lo liberaba volvería a estar como antes.

Ahora sí que no había pillado nada. ¿La razón era esa? Haría todo lo que le ordenase si era él quien se lo ordenaba...¿Él por qué?

-¿Y-Yo por qué?-le miró con ingenuidad pero muy serio. Quería llegar al final de todo-¿Si te digo que te vayas...?-se quedó callado, no tenía hogar. Quizás había estado solo todo ese tiempo-Ven.

Extendió las manos hacia él.

- No lo sé- Respondió con sinceridad, pero el hecho de que se pareciera tanto a su antiguo dueño seguramente tenia mucho que ver, prefirió no mencionarlo.

Se acercó a él como le había dicho, se agachó y le cogió de las manos.
-Si quieres me voy, solo una palabra tuya y no te veré nuca más.- Vale estaba siendo un poco trágico, pero la razón era sencilla, su naturaleza le hacia servir a alguien y había estado mucho tiempo solo sin saber que hacer.- Solo tienes que ordenármelo.

Se quedó mirandolo mientras le sostenía las manos, eran suaves, no parecía para nada un cyborg, aunque claro estos parecían enteramente humanos...

-No importa, vente conmigo, necesito ayuda en casa-sonrió para animarle un poco. Lo notaba un poco triste-¿Sabes limpiar? ¡Porque yo soy muy malo para eso!

Soltó una risotada divertido y se le abrazó.

No sabia si devolverle el abrazo o no, le paso la mano por el pelo.

- Se limpiar. Se hacer cualquier cosa que se te ocurra y si no se hacerlo lo aprenderé- Se levantó con Yuma entre los brazos.- Te aconsejo que a partir de ahora no te abraces a desconocidos.

Empezó a mirar a su alrededor buscando cualquier tipo de amenaza, aunque sabia que en un desierto no hay demasiada vida, alguna que otra bestia extraña siempre podría esconderse entre la arena.