La rutina de siempre?

Ya era tarde y por el camino hacia mi casa me pare en un tipico restaurante de ramen, que estaba situado en la calle. El hombre que trabajaba allí era ya un señor mayor y su nieta le solía ayudar. Acudía mucho allí porque aquellas eran las personas que me salvaron la vida cuando llegue a esta ciudad, eran mis únicos “familiares”.
Entre en su restaurante, y vi la sonrisa del hombre y de su nieta que siempre se comportaba de forma tímida conmigo. Empezaremos a hablar sobre como nos ha ido el día etc. mientras me comía mi ramen de cena... Era un anochecer tranquilo.

Levanto su plato ligeramente e inclino su cabeza como una forma de saludar, aun no se había tragado los fideos y no podía hablar. Cuando por fin tenia la boca vaciá sonrió y dijo.
- Encantado soy Yaskier, es posible que mi cara te suene trabajo en un hospital cercano.

El letrero del local era rústico y su comida parecía ser de origen oriental de algún sitio de la Era Antigua. Ahora era más bien raro encontrar este tipo de restaurantes. Me llamó la atención y tenía curiosidad por cómo sería la comida. Entré en el establecimiento, estaba bastante lleno. *Debe de ser bueno* pensé. Había unas cuantas personas comiendo en la barra . Me acerqué hasta la barra y me senté en un de los taburetes. Se acercó una muchacha tras la barra.

-¿Qué desea?
-Quisiera tomar un... uno de estos Le dije, señalandole "Set de sushi" en un folleto virtual.
-¿Y para beber?
-Tomaré... qué demonios es esto... tomaré sake.
-De acuerdo, no se preocupe Agente, invita la casa
-De ningún modo. Si no me deja pagarle tendré que arrestarla dije guiñándole un ojo mientras dejaba sobre la barra el doble del precio a pagar. La muchacha lo cogió de buena gana y me lo agradeció con una sonrisa.

Un rato más tarde volvió la misma muchacha con un plato, un vaso y una botella. Me lo dejó en la barra, delante de mí, y me sirvió el "sake" en el vaso, tras decirme buen provecho se marchó a atender a otros clientes. El menú tenía una pinta deliciosa.

Me comí la ultima porción de mi cena. Y dije al dueño.
- Viejo, parece que hoy tienes clientes.
-Albino -se dirigió a Yaskier- por si no sabes siempre hay gente que le gusta comer barato aquí. Sino mirate a ti- Miro a su nieta y la pregunto quien estaba afuera. Le respondió en un tono bajo.
-Un agente de la Paz, abuelito. Ahora le serviré.- El dueño miro a la chica al lado de Yaskier.
-Y tu que quieres, monada?- Aunque el hombre era viejo aun conservaba su espíritu juvenil.

Volví la cabeza para mirar a la muchacha que me saludaba. No solían hablar conmigo, a no ser que se tratase de gente con dinero, que realmente agradeciere mi trabajo. -Yo soy Sigmund, encantado y tras presentarme tomé un taquito de sushi. ¡Sabía tan bien!

Miro al agente con el que ya había tenido varias ocasiones para hablar.
-Sigmund!- exclame.- Desde cuando no saludas a tus amigos?- mirándolo.
-Ya os conocéis?- interrumpió el viejo
-Se puede que tuvo varias ocasiones de arrestarme y no lo hizo.

Casi me atraganté con el sushi. Me giré y miré, sin poder evitar reirme, a Yaskier. -¿Quién diablos iba a poder reconocerte yendo vestido de esa forma? dije mientras me reía ruidosamente. Paré de reirme para poder contestar a Crysthal.-Si, soy Agente de Paz. Creo que mi uniforme lo dice todo contesté sonriendo.

-Eh?- se sorprendió fingiendo enfado.- Y que tiene de malo mi vestido?[es la ropa del avatar]- miro a Sigmund y después a su nueva compañera. Se ajusto un poco el sombrero que se estaba cayendo hacia atrás.

Le miré desde la punta del sakat hasta la de los pies. Lo vieras por donde lo vieses llevaba un atuendo atípico, parecía un disfraz de la Era Antigua. -Supongo que 200 años atrás sería un vestido precioso... dije, apenas conteniendo la risa. -¿No crees? le pregunté a Crysthal.