Torre Vulkan

En uno de los arrabales de la ciudad de Dixor, una gigantesca torre de mármol negro se alza junto a otros edificios y factorías menores. Con una fachada exterior de aspecto gótico, con arcos apuntados y multitud de sistemas de soporte meramente estéticos, destacaba de una forma increíble.

A pesar de las apariencias, y porque era el hogar de un maestro de la tecnología poseía sistemas de seguridad altamente pesados. Con detectores de movimiento con análisis de ADN, torretas ocultas dentro de la estructura, y un pequeño ejercito de guardianes robóticos. En la zona superior tenía un pequeño espaciopuerto, con un par de antiaéreas. Desde luego no aparentaba ser un edificio civil.

En la entrada, de mármol blanco, en contraste con el exterior destacaba por su pulidez, nada sobresalía, dejando como única decoración las vetas de la piedra natural. Había un pequeño mostrador para atender a los visitantes, y detrás un ascensor de cristal para acceder al resto del edificio. En los pisos superiores había entre otras cosas, una vasta biblioteca, gimnasios, un pequeño apothecarium (un hospital) y una sala llena de material bélico altamente condecorado, con armaduras de héroes de la vieja guerra. Finalmente arriba del todo, el espaciopuerto, con una cañonera de batalla siempre lista para la batalla.

Abajo, había un garaje, con los vehículos terrestres, entre ellos, coches, motocicletas y sus variantes aerodeslizadoras. Más abajo aún estaba el laboratorio secreto de Shotai, donde nadie en el imperio sabía que había allí excepto él.

Nueva Escena:

La cañonera donde estabamos Shotai y yo descendió hasta quedarse quieta y supuse que ya habíamos llegado a nuestro destino, estuviera eso donde estuviese. Me levanté aferrandome con la mano derecha al respaldo de mi asient, ya que llevaba el pie de la pierna herida levantado. Me dolía ya de por si, pero no iba a apoyar el pie en el suelo y me iba aponer a andar tranquilamente para que las heridas se pusieran nuevamente a sangrar.
-Bueno Shotai, es tu casa, tu diras a donde vamos...

Una vez la cañonera atracó, me levanté. En vez de aterrizar en el clásico espaciopuerto, dicidí que sería mejor el "aterrizar" directamente en la planta donde tenía el apothecarium, algo así sobre el piso 35-40, más o menos, no es que visitase esa zona demasiado. Me acerqué a Minna y me ofrecí para ayudarle a caminar hasta la camilla, que quedaría a 20 metros de la escotilla de embarque.

La ayudé (quisiera o no, por que si no no iba a llegar) y la dejé sentada en la camilla. Pocos minutos después, un servo apareció en escena.

Por favor srta, túmbese en la camilla, para proceder con el escaneo de la zona dañada.

En ese momento, me alejé un poco y hice una pequeña llamada por el teléfono interior del edifiico. Había un arma de plasma del tamaño pistola en la armería. No era muy afín a las pistolas, pero unas pocas siempre tenía por si las moscas.

Minna, la pistola está en camino.

Acepte su ayuda para moverme de mala gana. Podía llegar yo sola, aunque tuviera que arrastrarme por el suelo si fuera encesario, mi orgullo podía con cualquier dolor.
Me tumbé, de nuevo a regañadientes. No em gsutaba aqul monton de chatarra al cual llamaban "servo". Prefería un médico de toda la vida. El trasto empezó con el escaneo de la zona dañada y cuando temirnó dió anunció que no había nada roto pero si tenia algunos desgarros musculares y varias heridas superficiales que no eran muy profundas, pero habíuan sangrado lo suyo...
-Oh.. genial.-Le respondí alzando la mano.- ¿No puede atenderme un medico normal y corriente?

Lo siento, pero no conozco demasiados médicos humanos que hagan pocas preguntas.

En ese momento, el androide extendió una especie de pomada regeneradora de tejidos sobre la pierna dañana. La textura era similar a la crema solar, y además, estaba fría. La extendió con un apéndice similar a un rodillo, ya que no tenía "manos", propiamente dicho.

Shotai se acercó a la pared y volvió con una pistola de plasma completamente nueva, sin estrenar.

Nos podremos ir dentro de unos veinte minutos, cuando haga efecto la crema. Aquí tienes el arma, sin número de serie. A efectos prácticos, será como si nunca hubieras estado aquí.

-Ya.... por lo que veo eres un enganchado al teléfono y a las maquinitas... ¿sabes que existe una cosa llamada vida social? Sé que suena irónico que lo diga yo, que estaba en unas ruinas solitarias, pero no esperes que haga algún amigo en Dixor. La gente de por aquí no me gusta ni un pelo...
Me estremecí al notar la fría crema que me estaba aplicando el androide. Estaba fria, y la sensación del "rodillo" era extraña.
-Magnifico.-Dije sonriente y alargué la mano para que me diera el arma y poder examinarla.

Vida social, si, era cierto, era un término bastante etéreo que flotaba por la ciudad. A pesar de ello, no era más que una hipocresía. Aunque en este momento, puede que fuera un buen momento para hablar, ya que no era mi costumbre. Me acerqué un poco y me senté en la silla, con el respaldo hacia adelante.

Tienes razón, siempre he sido una rata de laboratorio. Pero tampoco es que haya demasiadas personas agradables con las que hablar. Algunas son peores que las máquinas, cerradas a las nuevas ideas, otras, solo piensan en ganar dinero, y las últimas son las personas que se acaban uniendo a la revelión, ya que esta sociedad no acepta el cambio. Y sin cambio no hay progreso.

En realidad el arma no era demasiado compleja, a pesar de eso mantenía una decoración fuera de lo habitual, ya que estaba construida para alguien con estatus social.

Spoiler:

-Siempre hay personas agradables, pero tienes que salir del laboratorio si quieres encontralas.
Comenté dejando el arma sobre mi regazo con algo de pereza.
-El mundo no es tan clasificado como intentas verlo. Es más, no puedes clasificar a la gente como si fueran cosas, o armas. Es cierto que la sociedad no acepta demasiado el cambio, pero los militares del imperio imponen unas normas muy injustas, sobre todo en las ciudades tras la cordillera. Allí la vida es mucho más dificil que aqui, te lo aseguro, y a pesar de todo, entre bandidos ladrones y maleantes se pueden encontrar personas agradables.-Dije, algo epnsativa.- Yo, por ejemplo.
Bromeé para quitarle hierro al asunto.

Cierto, la verdad es que la última vez que había decidido salir había pasado un rato bastante agradable charlando con una mujer, y la verdad es que resultó de lo más gratificante.

Intentaré seguir tu consejo Minna, pero sinceramente no soy el mejor en el iniciar conversaciones, la verdad. Si no se hubieran dado las circunstancias que se dieron, seguramente habría pasado como en nuestro anterior encuentro. Así que un día de estos, mándame un mensaje o algo.

Sonreí un poco después de este comentario, la verdad es que de nuevo estaba disfrutando bastante.

Por lo demás, ya puedes moverte. ¿Te gusta la música?

En verdad, todavía no me apetecía que se fuera, así que busqué en uno de mis hobbys un tema de conversación agradable, aunque fuera para un rato nada más.

-Nuestro..anterior encuentro?-Dije, algo confusa. No recordaba haber visto a aquel hombre antes... a pesar de que intenté hacer memoria ingnorando el hilo de mis pensamientos lo dejé todo aparte para seguir ecuchando a Shotai.

-Si... me gustaría tener más tiempo para escucharla, pero mi vida es un tanto agetreada... pero si, me gusta la música ^ ^
Respondí sonriendole amablemente, incorporandome ahora que el dolor de la pierna había aminorado.

Es cierto, siempre falta tiempo para todo.

Me acerqué a la pared, cerca de Minna y abrí un pequeño panel.

¿Hay alguna canción que te guste en especial? Aquí tengo un gran sistema de reproducción de música, y si eso aprovechamos un rato, hasta que llegue tu hermano.

No me recordó del día en el que chocamos por la calle, al parecer el echo de ir ligeramente comuflado funcionaba.

No, no hay ninguna que me guste en especial... realmente esque no tengo ningun tipo de repdroductor de musica en mi casa ni anda parecido..

Miré la estancia, sin poder veitar comprarla con el micro apartamente que compartiamos mi hermano y yo en Ithia, pero no podía culpar a Shotai, en Ithia tener una casa ya era suficiente para dos huerfanos rebeldes aficionados a "coger prestado" y conseguir las cosas con malas artes desde el fallecimiento de nuestros padres, mientras que seguramente, la mayoria de los habitantes de Dixor no conocerian lo que era la pobreza. Aquel tipo de pensamientos me enfurecián demasiado y alimentaban mi odio por el gobierno.

-Aunque bueno, supongo que tu tendrás más tiempo que yo, tu estas en esta enorme casa mientras que yo tengo que corretear entre los callejones para despistar agentes de paz.-Bromeé.

Ese es justamente mi problema, tengo demasiado tiempo libre, no se en que demonios gastarlo.-Solté una pequeña carcajada.-Aunque verdaderamente la torre es una herencia familiar, creo que se construyó durante la gran guerra, ya que esta a prueba de casi todo lo que se conoce.

Puse de nuevo la silla en una posición más normal y me recosté contra el respaldar. Estube pensando unos momentos, imaginando como era ese tipo de vida.

Pero para que engañarnos, tu vida en el fondo es mucho mejor que la mía, aquí solo son normar y directrices. Tu vives como crees que deberias, y eso es lo que importa. Porque la verdad, que estar encerrado bajo las cuatro paredes de un laboratorio haciendo instrumentos de guerra en una época de "paz"

Remarqué intencionadamente el sarcasmo, la verdad es que no comprendía como estos malditos humanos aún no habían cmprendido el dolor de la guerra.